Vaginismo y Dispareunia: Enfrentando el dolor

María Plaza Carrasco

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Una vez conocemos un poco mejor el dolor, sabemos de su origen (nuestro cerebro), entendemos su propósito (protegernos), y asimilamos que no siempre puede estar cumpliendo su cometido…hablemos de sexo y dolor.

Tener un centro de mando «maleducado» nos puede «sobreproteger». Sabiendo esto es más fácil ver la relevancia de tener una buena educación del dolor.

Y bien, ¿qué conlleva esto?

Implica tener la capacidad de identificar en qué momentos las señales que nos manda nuestro cerebro son lícitas y debemos hacerle caso tomando medidas y cambiando nuestra conducta, y en qué momento simplemente es un cerebro asustado al que le han enseñado que el agua, en cualquier contexto, es peligrosa.

Generalmente nuestro cerebro sabe muy bien lo que se hace, y pocas veces lo tenemos que ‘’reeducar’’. Sin embargo existen creencias asumidas como ciertas (como que la regla sí o sí duele), o experiencias intensas (me quemé con agua caliente y tengo miedo de volver a quemarme), pueden general este mal patrón.

Al final, el cerebro en muchos casos aprende por asociación. Si yo llevo un tiempo teniendo relaciones sexuales desde el dolor debido a un mal contexto, a que no has tenido una buena educación sexual que te enseñara a priorizar en tus necesidades, a malas creencias como que el sexo es para satisfacer y no satisfacerte o a una experiencia traumática que ha marcado tu relación con el sexo. Es totalmente comprensible que tu centro de mando directamente relacione cualquier práctica sexual con el dolor.

Incluso puede que después de superar el contexto, las creencias y los traumas, siga existiendo esa relación entre la excitación y el dolor. 

Y es que desaprender es mucho más complejo que aprender y más cuando hablamos de una parte tan íntima, viva e intensa como la sexualidad de la mujer. 

Y aquí es donde toman valor la educación en dolor y las distintas herramientas con las que contamos dentro de la fisioterapia para intentar generar asociaciones nuevas en nuestro cerebro.

¿Qué herramientas podemos utilizar para desvincular el dolor y el sexo?

Un primer paso es entender mejor qué es el dolor y cuál es su origen. Ante una dispareunia o vaginismo tenemos que tener claro que no hay una lesión que implique la aparición de este dolor. De ahí la pregunta ¿de qué me quiere proteger mi cerebro?

Una vez descartadas lesiones que puedan provocar esta sensación, cuando ya nos han dicho que todo está bien, debemos plantearnos la segunda pregunta:  ¿Está quizá mi cerebro sobreprotegiéndome?

Si la respuesta (aunque sea con la boca pequeña) es sí. Pasamos al segundo paso

¿y cuál es este paso? 

Averiguar cómo hacer que nuestro cerebro cambie la asociación de sexo/excitación=dolor por sexo/excitación=placer

Para ello, la educación en dolor y  la exposición gradual pueden ser grandes aliadas.

¿Cómo puede ayudarte la educación?

La educación puede ayudarte a entender cómo funciona esa asociación incluso aunque sea online.

Hace unos meses, junto a un grupo de investigación de la Facultad de Fisioterapia de la Universidad de Valencia, realizamos un estudio con el objetivo de valorar el efecto que puede tener un taller de educación sobre aquellas mujeres que sufren dolor en las relaciones sexuales.

Los resultados han demostrado como la educación, incluso cuando se imparte a través de videos online, tiene un efecto positivo en la disminución del dolor de suelo pélvico.

Te dejo por aquí los talleres para que los pongas en práctica.

Qué es eso de la exposición gradual

Pero para entender mejor esto tengo otra historieta. Vuelvo a necesitar de tu imaginación.

Imagina que tienes un niño cerca (sobrino, hijo, primo lejano) que le da miedo el fuego porque un día se quemó en una hoguera. 

Llamemos al niño Leo. 

A Leo le da pánico incluso cuando ve los fuegos de la cocina porque su cerebro asocia directamente esas llamitas con la vez que se quemó en la hoguera. Llega a tal punto su pavor, que incluso cuando ve unos dibujos donde aparece el fuego, llora al recordar la sensación de aquel día que se quemó.

¿Pensarías en llevarte a Leo a las Fallas de Valencia a ver si así se le pasa? ¿suena un poco cruel verdad? Pues cuándo has asociado el dolor al sexo e intentas mantener una relación sexual sin respetar tus tiempos, sin tener claro (si es compartida) que la otra persona te entiende, y sintiéndote forzada porque ‘’es lo que hay que hacer’’, estás llevando a Leo a ver quemar la falla del ayuntamiento.

Por eso ante este ‘’miedo’’, para reeducar nuestro centro de mando lo ideal es explicarle con estímulos más amables que el fuego no necesariamente va a ser peligroso si lo sabes manejar.

Una forma sería enseñarle a Leo una cerilla, que sea capaz de apagarla soplando… que aprenda a encenderla… entender que aunque el fuego queda si se utiliza con control y de forma segura puede ser muy útil para cocinar y calentar… pasar de la cerilla a una pequeña bolita de papel, de la bolita a una hoguera… y así progresivamente hasta que Leo sea capaz de visitar las fallas sin entrar en pánico y tener presente ese dolor que aquella vez tuvo cuando se quemó. 

Sé que puede sonar complicado, pero si poco a poco aprendemos a escucharnos, a respetarnos y a estimular nuestro cuerpo desde el placer y el control de la situación, poco a poco el centro de mando empezará a crear nuevas asociaciones. 

Existen opciones, acude a un profesional de la salud especializado para que te ayude a guiar tus pasos y enfréntate a esas sensaciones limitantes que marcan tu vida sexual.

La fisioterapia especializada en suelo pélvico, la psicología y la ginecología están ahí para ayudarte.

¿Te animas a probar?

María Plaza Carrasco

Fisioterapeuta, Profesora de Pilates y Yoga. Enamorada y estudiosa del movimiento del cuerpo y de su capacidad para comunicarnos con el mundo. Comprometida con lo que me importa, intensa, cabezona y entusiasta. En ocasiones soy demasiado optimista con mi tiempo pero siempre preparada para disfrutar de cada minuto.

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