Por suerte, la investigación y la sociedad evoluciona hacia la búsqueda no tanto de cánones estéticos sino de salud. Cada vez tenemos más claro que el ser mujer no implica ninguna limitación, simplemente debemos trabajar respetando nuestras cualidades anatómicas y fisiológicas.
A pesar de que la ciencia nos empuja a cambiar los paradigmas de entrenamiento, siguen estando muy presentes ciertos miedos, de los cuales hoy quiero destacar el miedo al trabajo abdominal. Incluso hoy en día algunas escuelas de entrenamiento hipopresivo continúan divulgando el mensaje del ‘’peligro’’ del trabajo hiperpresivo en la mujer.
Pero si nos paramos a pensar, ¿qué sentido tiene evitar el entrenamiento hiperpresivos si la vida en sí implica aumentos de presión intraabdominal constantes? ¿para qué entrenamos si no es para prepararnos para la vida? ¿Qué sentido tiene limitar nuestra entrenamiento a un trabajo que no se puede aplicar de forma directa al día a día?
Toser, reirnos, coger peso… La mayoría de nuestra rutina diaria implican un aumento de la presión intraabdominal. Es cierto que la anatomía femenina tiene una desventaja a la hora de gestionar estas presiones, pero la solución no está en evitarlas, ya que es imposible.
La solución se encuentra en entrenarlas respetando las particularidades del cuerpo femenino.
Y de esto os quiero hablar en esta entrada: Claves sobre el trabajo abdominal en la mujer.
La anatomía femenina
La mayoría de los mitos construidos alrededor del entrenamiento de la mujer se basan en las diferencias anatómicas entre el cuerpo masculino y el femenino. Y es que el suelo pélvico femenino cuenta con una zona de mayor debilidad al soportar las presiones intraabdominales que es la vagina y el hiato urogenital. Esta anatomía nos predispone a posibles problemas como prolapsos o pérdidas de orina.
A la anatomía tenemos que sumarle el hecho de que en la vida de la mujer se puede dar el embarazo y el parto, situaciones que contribuyen mucho a debilitar o lesionar nuestro suelo pélvico si no está correctamente trabajado, o si se producen incidentes a lo largo del parto que no siempre se pueden prever.
Ante esta realidad, anteriormente se optaba por no entrenar con trabajo que pudiera generar presión sobre la faja abdominal o el suelo pélvico y así ‘’protegerlo’’ al tratarse de una zona más débil en el cuerpo de la mujer.
Sin embargo, la ciencia nos empuja a entender que la única forma de realmente protegernos es a través del trabajo de conciencia corporal, aprender a distribuir correctamente las cargas y fortalecer tanto la faja abdominal como el suelo pélvico.
¿Cómo fortalecer de forma segura la faja abdominal y el suelo pélvico?
La clave se encuentra en la postura, la conciencia corporal y la progresión.
Si intentamos trabajar por encima de nuestra forma física, la anatomía femenina nos predispone a tener problemas relacionados con el suelo pélvico. Es por eso que el entrenamiento en la mujer tiene siempre que:
- Adaptarse al nivel físico de cada persona.
- Controlar la postura.
- Trabajar la respiración.
- Asegurar una buena propiocepción y contracción del suelo pélvico y la faja abdominal.
- Entender cómo lidiar con los aumentos de presión del día a día (toser, defecar, reírnos,…).
Y desde ahí fortalecer.
Es importante además trabajar de forma global ya que el cuerpo a la hora de funcionar es un todo y no tiene sentido focalizarnos de forma exclusiva en una musculatura concreta.
Hipopresivos, ¿sí o no?
Lo primero a tener en cuenta es entender que LA VIDA ES HIPERPRESIVA por lo que a pesar de que el trabajo hipopresivo puede ser muy útil en algunas ocasiones, no nos podemos quedar solo con eso. Necesitamos trabajar de forma funcional.
¿Cuándo interesa entrenar con trabajo hipopresivo?
Cuando existe un problema grande de gestión de presiones intraabdominales y necesitamos empezar a entrenar la musculatura de suelo pélvico y faja abdominal desde un nivel muy bajo y sin asumir cargas.
Cuando queremos mejorar el patrón respiratorio.
Cuando queremos trabajar sobre la postura.
El trabajo hipopresivo es muy útil pero siempre con un por qué y bajo mi punto de vista no de forma permanentemente aislada. Tenemos que progresar antes o después al trabajo funcional hiperpresivo.
¿Qué pasa con el trabajo abdominal en el embarazo?
Son muchas las veces que mis embarazaditas espartanas me consultan acerca de sus miedos a la hora de hacer trabajo abdominal ¿Puede afectar esto al bebé? ¿Es malo para mi suelo pélvico?…
Es totalmente cierto que el entrenamiento en el embarazo debe ser adaptado a este momento de la vida y que la faja abdominal no la vamos a trabajar como siempre, pero la vamos a trabajar.
Una buena activación de la faja abdominal y el suelo pélvico es fundamental en el embarazo para:
- Evitar problemas posturales.
- Evitar dolores de espalda.
- Ayudar al bebé en el proceso del parto.
- Disminuir las secuelas en el posparto.
- Mejorar la recuperación tras dar a luz.
Es cierto que los cambios anatómicos y fisiológicos evidentes en el embarazo nos obligan a evitar aquellos ejercicios de impliquen mucha presión intraabdominal, pero tenemos que entender que, al igual que en el resto de la vida, la presión abdominal bien gestionada no es para nada peligrosa: es risa, es llanto, es hacer caca… es la vida en sí.
Así que no tengas miedo como mujer embaraza o no a trabajar tu faja abdominal, simplemente ponte en buenas manos para hacerlo y asegurate que la persona que te guía tiene en cuenta tus necesidades y las de tu cuerpo en cada momento.
El ejercicio no nos limita, nos hace más fuertes. Como me gusta decir, no hay ejercicios buenos o malos, hay cuerpos más o menos preparados. Si necesitas ayuda para preparar el tuyo, aquí me tienes a tu disposición.
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