Recuerdo una época no muy buena de mi vida, donde cada mañana al ir a trabajar mis 40 minutos de coche por el mismo camino atestado de tráfico, fantaseaba con tener un pequeño accidente que me diera una excusa lo suficientemente grande como para permitirme parar…
Por supuesto en ese momento no lo compartía con nadie. Tenía miedo de que se me juzgara de loca o de exagerada. Con el tiempo he podido escuchar muchas historias similares a la mía.
Y es que vivimos en un mundo en el que hacer, crear, trabajar, crecer, producir, producir, producir y contribuir a que la rueda vaya cada vez más rápido es ley.
Muchas veces pensamos que el entorno tiene el poder sobre nuestra decisiones, y que el parar depende de que algo externo me lo permita o me obligue a ello. Una enfermedad, un accidente, un problema grave de alguien cercano, una pandemia…
Pero qué pasaría si nos permitiéramos parar simplemente porque lo necesitamos, porque no tenemos claro el camino que estamos siguiendo, porque necesitamos variar la perspectiva, porque nuestra naturaleza cambiante nos invita a revalorar todo lo que pasa a nuestro alrededor para poder tomar nuevas decisiones.
Qué implica parar
En mi vida me he encontrado con dos tipos de situaciones donde he necesitado parar.
Uno es el parar simplemente para disfrutar de la vida y saborear lo que estás haciendo, que aunque te gusta, también te agota.
El otro PARAR nace más de la necesidad de cambiar cosas, de romper con algo que te envuelve y ocupa tu día a día sin hacerte sentir bien, algo que quieres cambiar.
Ambos son necesarios pero cada uno tiene su momento.
Qué es parar
Con este parar en minúscula, me refiero a darse un tiempo para tomar conciencia del momento presente, salir del modo productividad y apagar el piloto automático con el que muchas veces llevamos nuestro día a día.
No necesariamente implica dejar de hacer actividades. Simplemente cambiar el porqué haces las cosas y que sea porque lo disfrutas, porque te apetece o porque sí.
Este parar debería estar implícito en nuestro día a día, siendo capaces de encontrar esos pequeños momentos que mantienen el equilibrio.
Qué es PARAR
PARAR no supone dejarlo todo y ponerse un mes mirando la pared.
No implica irse un fin de semana de vacaciones escapando de un contexto, sin plantearte ninguna medida que lo cambie o lo mejore.
Eso es huir, y cuando te toque volver, tu situación será la misma, pero habrás gastado los días libres.
Este PARAR implica trabajo, escucharse, enfrentarse a los miedos que te alejan de tu verdadero objetivo y tomar acción.
5 beneficios de parar
Parar en general, ya sea buscando un pequeño cambio, o simplemente salirse unas horas de la rueda, isupone numerosos beneficios. Entre ellos:
- Tomar perspectiva. Si estas agobiadx, cansadx, o te enfrentas a un problema que te genera estrés, ira o frustración, muchas veces tomar distancia de la situación en la que te encuentras, ayuda a minimizar esas emociones y poder enfrentarte al momento desde otro punto de vista mucho menos angustiante. De esta forma, el parar te ayuda a asentar los logros y a relativizar los fracasos.
- Genera nuevas ideas. La creatividad, la imaginación y la apertura a nuevos caminos necesitan de calma y claridad mental. Si te encuentras inmersx en una rutina que no da espacio al descanso, dificilmente encontraras nuevas soluciones ya que te pasas el día apagando pequeños fuegos sin analizar el tamaño real del incendio.
- Mejora nuestra autoestima. En muchas ocasiones, esta sociedad nos empuja a creer que somos lo que hacemos o lo que tenemos. Parar y simplememte ser, sin hacer ni construir, te ayuda a dejar de identificarte con tus logros, mejorando así tu percepción de ti.
- Ayuda a integrar lo aprendido. Todo conocimiento o experiencia necesita calma para asentarse y hacer poso. Si no permites en ningún momento la reflexión de lo vivido, es más complejo llegar a integrarlo haciéndolo parte activa de tu día a día.
- Elimina tendencias o hábitos tóxicos. Sómos animales de rutinas, y por mucho que intentemos variarlas o no atarnos a unos hábitos concretos, los hábitos existen y nos acompañan ocupando de media el 40% de nuestro día a día. Si no paramos a analizar cuales son estos hábito y como nos afectan, es posible que caígamos en tendencias negativas para nuestra salud mental o física.
Son muchas las razones para intentar encontrar en nuestro día ese momento de paz en el que estemos sólo nosotrxs y cuyo objetivo principal sea disfrutar, cuidarse y parar.
Mi momento es el pilates, ¿cuál es el tuyo espartanx?
Deja un comentario